Page 8 - PRUEBAS DE DOMINIO LECTOR
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El aprendizaje de la lectura es complejo e involucra una serie de
operaciones parciales que hay que cuidar de no confundir con la
totalidad del proceso. Las operaciones centrales son la decodificación y
la comprensión. La decodificación se refiere a la capacidad de reconocer
signos escritos y transformarlos en lenguaje oral u otro sistema de signos,
en cambio la comprensión puede entenderse como la construcción del
contenido o significado de los textos.
En general, el aprendizaje del alumno va a depender de la habilidad con
que logre comprender el significado de textos escritos y, para esto, es
necesario que domine la destreza de leer de manera automática para
que pueda dirigir su atención a la comprensión y no a la decodificación.
Resulta por lo tanto de gran importancia dominar y automatizar la
mecánica del proceso lo más tempranamente posible, procurando que los
alumnos no detengan su proceso en etapas iniciales e intermedias. Toda
lectura por definición es comprensiva, la decodificación es sólo un paso
necesario en el proceso de aprendizaje (Mineduc, 2023; Robledo, 2010;
Kuhn, Schwanenflugel & Meisinger, 2010; Condemarín & Medina, 2000).
Al evaluar la lectura resulta fundamental considerar los dos aspectos
ya mencionados: el grado de Dominio Lector y la Comprensión Lectora.
La evaluación del Dominio Lector permite obtener o estimar el nivel
de competencia lectora en que se encuentra un alumno, un curso o
un establecimiento. Permite conocer cuán bien decodifica el alumno
(Calidad de Lectura Oral) y cuán rápido lo hace (Velocidad de Lectura
Oral). La evaluación de la Comprensión Lectora permite conocer cuánto
captan del contenido de los textos los alumnos. Ambas evaluaciones son
complementarias y muy importantes en términos de toma de decisiones,
de acción, de diseñar estrategias adecuadas que permitan desarrollar las
potencialidades de los alumnos.
En Chile, antes del año 2004, existían pocos parámetros referenciales
que especificaran qué es lo que se esperaba por curso y por edad en
Dominio Lector y estos, además, eran extremadamente disímiles lo
que complejizaba y dificultaba la interpretación de los resultados en
esta importante área. Existían referentes, pero no normas. Y al intentar
compararlos y analizarlos, se evidenciaba que estos diferían entre sí
y eran poco coincidentes entre sí, frente a los estímulos utilizados,
procedimientos, cursos evaluados, nivel socioeconómico de los alumnos
participantes y en los resultados obtenidos. Situación que confundía
y complicaba la tarea del evaluador al momento de determinar qué
instrumento utilizar y qué criterio o referente de interpretación escoger.
Para poder evaluar en forma objetiva, válida y confiable el Dominio Lector
en nuestro país, surgió, por tanto, la necesidad de contar con instrumentos
válidos y confiables para los distintos cursos de enseñanza básica, que
contarán con definiciones y criterios claros de cómo determinar el grado
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